En ventanilla
— ¿Hoja de nómina?
— Sí, tome, es ésta.
— ¿Datos bancarios?
— Éstas son las cuentas y éste el documento de la hipoteca.
— ¡Ummmmm! Así que hipotecada, no es usted una buena contribuyente
.— ¿Disculpe? No entiendo.— Sí, sí, lo que oye. Usted no es solvente.
— Perdone, tengo mi nómina de funcionaria y estoy al corriente de pago.
— Sí, sí... eso dicen todos. En fin, ¿recibo de la contribución?
— También lo he traído, tome.
— Pero.. ¿Cómo? ¿Su hermano también es propietario? Eso no le gustará al ministro.
— ¿Al ministro? Hicimos la escritura conjunta por seguridad, pero vivo sola.
— Ya, bueno. No sé qué pensará el inspector. Sigamos, ¿certificado de minusvalía?
— ¿Parezco discapacitada? Le aseguro que estoy sana como una manzana.
— Pase poer esta vez, pero el próximo ejercicio traiga el certificado de minusvalía.
— Le repito que no estoy discapacitada,.— Usted tráigalo y no se hable más. ¿acta notarial de sus medidas?
— ¿Medidas? ¿Qué medidas?
— ¡Qué paciencia hay que tener! ¿No se merecen ustedes este programa de ayuda! Necesita presentar el acta notarial que de fe de sus medidas.
— Sigo sin entenderlo.
— Me está usted estresando, esto se lo descuento de la desgravación. A ver... contorno de pecho, cintura y caderas. ¡Sólo presentan problemas las mujeres!
— ¿Qué importa eso para la renta? Disculpe mi torpeza, pero no alcanzo a comprender...
— Todo hay que explicarlo, ¡Señor! Un buen contribuyente ha de ser perfecto. Necesito el acta notarial conforme sus medidas son las canónicas: 90-60-90
— No me informaron de ese detalle. De tosa formas mis medidas son 95-57-95
— ¡Ay, ay, ay! Esto complica las cosas. Además no tiene el documento notarial. Nunca leen ustedes la letra pequeña y ahora me veo obligada a medirla yo. Venga, quítese la ropa. Y rápido, que no tengo todo el tiempo del mundo.
— ¿Me está diciendo usted que me desnude? ¡No doy crédito!
— No querrá usted que la mida con la ropa puesta. Hay que ser estrictos al milímetro. Y, le repito, dese prisa.
— ¿Aquí? ¿delante de todos? Yo...
— ¡Mujeres! ¡Desnúdese ya!
— Bien, ya está. Puede usted medirme.
— Imperdonable, lencería blanca. ¡Y encima de algodón!
— Soy alérgica a otros tejidos y no creí que...
— ¡No creí, no creí! ¿Así que alérgica? ¿Ve como es usted una disminuida?
— De acuerdo, no quiero discutir más. Estoy pasando frío con el aire acondicionado.
— Guarde silencio o no podré medirla con precisión... ¡Ajá! ¿ Con que mintiendo a Hacienda? Y eso que Hacienda somos todos. Sus medidas son: 93-58-94
— Me habrá medido mal...
— ¡Poniendo en duda mi profesionalidad! Esto también se lo descuento de la desgravación.
— Mire, si es necesario pago, pero quisiera...
— No importa lo que quiera. Vuelva usted mañana midiendo 90-60-90. ¡Ah! Y al menos que su lencería no sea blanca
.
viernes, 19 de mayo de 2006
1 comentario
srcurri -