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Érase una vez...

Como Dios manda

Fue cuestión de mala suerte que justo aquella mañana naciera la nueva hija de los Príncipes de Asturias, que las plañideras contratadas fueran todas ellas monárquicas, que los últimos parientes vivos fueran todos ellos republicanos militantes y que Fermín,  el único amigo del difunto, llegara borracho, con un ejemplar de la edición del especial del Hola en la  mano, cantando el Himno de Riego y entonando entre estrofa y estrofa ¡Viva el Rey!

 

Las plañideras se olvidaron de su oficio, los parientes se olvidaron del muerto de cuerpo presente, todos perdieron la compostura y se echaron como lobas hambrientas sobre el bueno de Fermín que ya dormía la mona; las unas  para hacerse a dentelladas con la revista, los otros para hacerle pagar con sangre la afrenta al sagrado Himno de sus abuelos.

 

Tuvo que ser el propio Alfredo quien, haciendo gala de la misma flema que le distinguió en vida, se levantara del féretro, amonestara a las unas y los otros, y pusiera fin a aquel sarao tan impropio del solemne velatorio que durante años estuvo preparando para sí mismo.

  

2 comentarios

Our -

Venia a preguntarte lo mismo que te ha preguntado Homero, porque tiene bastante razon, el estilo es muy parecido por no decir igual!

Homero -

Hola amigo: leí el cuento del cerebro en "Utopía" ¿Es de tu autoría? Me pareció muy bueno. Me parece que eres médico ¿O no? Yo soy abogado. Te invito a darte una vuelta por mis blogs. Te estaré visitando. Un abrazo. H.