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Érase una vez...

Ella nunca lo haría

Seguro que Purita no tardará en encontrarme, siempre me ha salvado de las bromas de Aitor.  Sí,  no tardará. Porque ya debe de estar muy preocupada por mí.  A lo mejor hasta está llorando. ¡Pobre Purita!  Me encontrará, sí.  Lo malo es que esto está tan alto que tengo miedo de caerme, sobre todo en los días de viento.

 

No, no me he de asustar, Purita me sacará de este apuro.  Igual no me ha encontrado todavía porque se ha ido a pasar unos días a casa de la abuela Pura.  ¡La abuela Pura!  También ella se extrañará de no verme, con lo que nos divertimos jugando las tres.  Y el bruto de Aitor no parará de reírse, como esa noche que me ató un petardo en la mano y casi me explota.  Hará rabiar a Purita cuando la abuela no los vea, porque sabe que, si la abuela descubre que ha vuelto a jugárnosla, le castigará.  Sí, le castigará aunque ponga  esa cara de inocente que a mí nunca me ha engañado.

 

Ya me vuelve a caer agua, está lloviendo otra vez.  La lluvia me moja y el sol me deja pegajosas las mejillas.  ¡Hay tanto silencio adentro!  No les oigo desde que Aitor me sacó de mi cuna para subirme aquí.  Ya hace mucho.  Menos mal que Purita me había puesto mi vestidito de soldado, así me siento más valiente y me da menos susto estar así pegadita a los cristales para no caerme a la calle. Ya hace mucho, ya, por eso ya no han de tardar, ya no tardarán, ya no... Y la abuela Pura habrá hecho confesar a Aitor y Purita vendrá corriendo a cogerme y me llenará de besos y me lavará la cara y el pelo y me pondrá el vestidito de princesa y jugaremos a los cuentos con el amigo peluche...  Sí, sí, sí, ya no tardarán, aunque ahora la lluvia me moje y el sol me esté dejando las mejillas pegajosas.

 

¡Por fin! ¡Se oyen voces!  Ya han vuelto.  ¡Sabía que volverían!   No escucho a Purita... ni a su mamá... tampoco escucho al gamberro de Aitor... ni al papá de los dos.  ¡Las voces se alejan!  Sí, se están marchando y no me ven detrás de estos cristales tan sucios, aquí, pegadita a ellos para no caer de esta ventana.  Ahora oigo pitos allá abajo, en la calle...  y no se escuchan los coches.  Tengo miedo aunque vaya vestida de soldado.   ¡Oigo ruido! ¡Mucho ruido!  Las paredes tiemblan, no paran de temblar.  ¡Se rompen! ¡Se están rompiendo!  Las paredes caen y yo también me estoy cayendo... Y caigo, y caigo, y caigo, y caigo...

 miércoles, 23 de mayo de 2007

1 comentario

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Cuando usted puede sentir las cosas que quieren sentirse capaces de decir lo que sientes cuando este es un momento muy feliz.